Desapareció el amor, el sexo y algunas mariposas cantaron la derrota de las flores mientras ejércitos de abejas lucharon en la conquista de la nada.
Todo fue un mal sueño, una dulce pesadilla que no termina de terminar y borrach@s de ambiciones que matan el sentimiento caímos en no sabemos todavía que lugar. Tiempo después seguimos buscando la herida con intención de curarla y todavía no sabemos cuanto dolor cabe en el corazón de un árbol cualquiera.
Todo se justifica en aras del progreso de quien tiene economía, sin volver la mirada, llegar lejos a toda prisa, alterar a toda prisa, consumir a alta velocidad para alcanzar por fin un vertedero del que comer.
Políticos de prometo “más” rentabilizando cambios climáticos perpetuos, electorizando terrorismos perpetuos hasta el próximo capitulo de su paz duradera, científicos paternales aconsejando desde las alturas, multitudes pagando sin cesar, vidas atascadas en los negros caminos. Después tropezar por última vez con el bloque de hormigón sostenible.
Mientras sentad@s en ergonómicos descansaderos podemos ver en los mapas de una red la tempestad obtenida de las lluvias pestilentes sembradas. Viendo venir un final que siempre alcanza solo a los demás.
Entre tanto queda el deseo de que la locura pase pronto, desear la suerte que tenga cada cual, la mejor de las suertes para quien no pueda participar en el sorteo. No saber si aterra más la velocidad o la ignorancia.
¿Seguiremos corriendo hacia el abismo mientras ponemos las manos ante nuestras caras con la ilusión de parar el golpe?
Políticos de prometo “más” rentabilizando cambios climáticos perpetuos, electorizando terrorismos perpetuos hasta el próximo capitulo de su paz duradera, científicos paternales aconsejando desde las alturas, multitudes pagando sin cesar, vidas atascadas en los negros caminos. Después tropezar por última vez con el bloque de hormigón sostenible.
Mientras sentad@s en ergonómicos descansaderos podemos ver en los mapas de una red la tempestad obtenida de las lluvias pestilentes sembradas. Viendo venir un final que siempre alcanza solo a los demás.
Entre tanto queda el deseo de que la locura pase pronto, desear la suerte que tenga cada cual, la mejor de las suertes para quien no pueda participar en el sorteo. No saber si aterra más la velocidad o la ignorancia.
¿Seguiremos corriendo hacia el abismo mientras ponemos las manos ante nuestras caras con la ilusión de parar el golpe?
Parar, sembrar sin planificación y que los árboles lo invadan todo, después... La risa.
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