sábado, 9 de agosto de 2008

La herramienta

Un pirógrafo o pirograbador es, básicamente, un transformador eléctrico con regulador que permite obtener y controlar distintas intensidades de calor, permitiendo así trabajar sobre madera, cuero, papel e incluso sobre plásticos, lleva conectada una extensión (mango) en forma de lápiz o buril que puede tener distintos diseños y tamaños al que se acoplan puntas metálicas intercambiables, no necesariamente de platino, que al ponerse más o menos incandescentes van quemando o dorando la superficie del material.

Aquí van algunos ejemplos.

viernes, 8 de agosto de 2008

Alfonso Vidal


Esculturas, grabados, sueños de un artista.

Salud!!

Cactus

Una soleada mañana del mes de octubre, como la luz entraba con rotundidad de buen tiempo me animé a componer. Una tela para un fondo que ceda todo el protagonismo, un diminuto taburete de madera encontrado en algún mercadillo, un pequeño paño que quedo suelto de la inconclusa colcha de ganchillo que dejo la abuela. Aquella olla de barro que no aguanto el calor del fuego y se abrió en fisura en el primer guiso con trébede.
Llena de tierra puse aquel manojo de espinas que me había regalado el albañil que además era alcalde. Desde su tranquilidad nunca asomaba como tal, desde su buen humor siempre en ropa de trabajo sin preocupación aparente por terminar la obra.
El y su compañero sin prisa pero sin pausa. De esa manera creció sorprendiéndome dos años después de ponerlo allí.
Ahora hace dos que no lo veo, ni siquiera se si sigue en su olla, tan solo sé que se multiplicó.

Grabado a fuego en el momento en que tímidamente empezaba a jugar al juego de aprender coloreando.
Casi quedarme corto en viveza y colorido para no recargar, descubrir el lápiz graso y empezar a desvelar secretos menores que fueron creciendo.
Ahora, en paradero conocido no por cotidiano es menos especial.

Ojos de gato


Dicen que los ojos no son ojos porque tú los veas sino porque ellos te ven a ti.
Sin embargo los ojos de los gatos lo son con mayúsculas, incluso en la noche. Al mirarlos cuando menos atraen la atención de forma casi magnética. Admirable precisión óptica que no puedo dejar de mirar.
Ojos que fueron vistos por una mirada femenina, viva, de simpatía cotidiana se me antojó.
Sin reparos se llevó el pequeño cuadro cuya historia es también pequeña aunque de tranquilidad intensa.

Pasó varios meses oculto de la luz en un rincón del taller que se llenaba de claridad por las tardes.
Lo colgué en el oscuro salón, oscuro pero cálido en invierno, allí estuvo pasando casi desapercibido hasta el momento agudo de la mudanza en ultimo termino.
Al guardarlo en su embalaje lo redescubrí y el azar hizo que “saliese al mercado” y su suerte lo llevó a lo que me gustaría fuese su lugar definitivo.
Con poco más irá construyendo lo que reste de su historia reflejada en otras miradas.