viernes, 4 de julio de 2008

Gotas de invierno



Gotas que comenzaron a caer en un invierno a modo de grito sordo, grabado a fuego en ratos libres y liberadores, se fueron empapando de tintas y acuarelas, tocadas con rotuladores y lápices hasta crecer.

Quedaron casi olvidadas en un rincón tras cruzar el río engordado de artificio.

Llegó incluso a apoderarse de ellas el moho en su olvido de humedad tras la única vez que se dejaron ver en aquel pequeño pueblo.

Fueron rescatadas del frió y la desidia por el corazón de una jardinera para una vez curadas de sus hongos y sus debilidades, presidir el lugar casi sagrado del descanso, el reposo y los secretos de un amor.

Se hacen escuchar cuando cambia el tiempo y en algunas rutinas simplemente cambian el ritmo devolviendo la curiosidad de mirar entre ellas, a través de ellas.

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