lunes, 29 de septiembre de 2008

Sin estridencias

En los primeros días de aquel octubre yo no estaba para despedirlas, se fueron sin que nadie les echara, igual que llegaron sin ser invitadas allá por mayo, de repente, con la mejor noticia. No molestaron pero dieron mucho que decir en sus idas y venidas de rasantes y vertiginosos vuelos.Ahora la ventana abierta que en su día no hubo no era necesaria y tuvimos que cerrarla para disgusto de los gatos, tratando en vano de frenar el frió que anuncia días mas cortos.

Desescombrando andábamos, acarreando sacos de fragmentados yesones y polvo por aquella escalera que de vieja no soportó el peso. Cansado me senté sobre el trabajo y para aliviar el sudor recosté mi espalda en la pared seca y fresca de cal y canto, apoyé la cabeza y mirando hacia arriba, las vi. Sin más. Cada cual construye hogar a su manera y el adobe es su material, pensé. Miraban desde arriba el trajín, dejaban sus miedos fuera, junto a lo estridente de sus cantares de por la mañana. A medio día, silencio y reposo a la sombra, por las tardes, volar alto.
Y llegado el momento se fueron sin hacer ruido, como por arte de magia, sin más equipaje que el que trajeron, llevándose el calor del verano y dejando un vacío en el hueco de la vieja escalera.

Sin duda regresarán, cuando nadie parezca esperarlas.

Buen viaje!!

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