Estabas tan bonita con tu sonrisa puesta aquella noche en que encendiste dos velas, me invitaste a cenar alegrías y nos las terminamos con vino bajo el manto de estrellas que no puedo olvidarte en forma de gota de intensidad viva, brillando entre hojas secas, rompiendo monotonía. Como acento en el cálido pasar de un otoño que anuncia sus frutos, ofrece simientes y alimentos a quienes pasan por allí, a quienes invernarán, a quienes quieran tomarlos.
lunes, 23 de marzo de 2009
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